lunes, 28 de julio de 2014

LOS OFICIOS: LOS MOLINEROS DEL CALAMOCHO


     En Hoyocasero, existieron varios Molinos situados todos ellos al margen del río Alberche.

Como nunca viene mal conocer un poco de historia, antes de centrarnos a explicar uno de los Molinos de nuestra localidad, el del Calamocho, vamos a introducirnos un poco en la historia de estos elementos, que tan importantes fueron para nuestra localidad en el siglo pasado.

La época de la invención de los molinos movidos por el agua no llega a estar bien definida, pero ya Vitruvio hizo la descripción de uno de estos aparatos. En Roma, los molinos de agua no se instalaron normalmente en los ríos hasta el reinado de Arcado y Honorio. Belisario, que mandaba en Roma en tiempos de Justiniano, cuando la ciudad fue sitada por Vitigio, rey de los Godos, hizo introducir en el Tíber los primeros molinos de nave.

Nuestras referencias son algo más recientes, en la piedra de entrada del Molino del Calamocho, figuraba una inscripción labrada que decía “construido en 1924”.


El río Alberche nace a 1808 metros de altura, en la Loma de la Cañada Alta, cerca de San Martín de la Vega del Alberche. Tiene una longitud de 117 kilómetros de los cuales 96 discurren por la provincia de Ávila. El caudal de las aguas es bueno en invierno y primavera, ya que los neveros de Gredos y la Paramera le envían abundante agua.

Sus afluentes son gargantas estrechas que han labrado un cauce hondo en el granito. La mayor parte procede de la Sierra de Gredos que por su mayor altura recibe nieves más abundantes.




Gracias a la estadística que el Cuartel de la Guardia Civil de Hoyocasero hacía anualmente, sabemos que entre 1921 y 1940, año en el que el Puesto quedó suprimido hasta 1956 en el que volvió a abrir sus puertas, Hoyocasero contaba con Molinos en la Fábrica Cabrera, el Molino del Calamocho, Molino de Lucio, Molino de Pedro y Molino de Zoilo. Como el Molino del Calamocho es el que perteneció a mi familia, es sobre el que nos vamos a centrar, pero casi con toda seguridad la finalidad y la forma de trabajar fue muy similar en todos los molinos existentes en la zona.
 Fulgencio Martín y Crescencia Blázquez con sus hijas 
Restituto Martín y Mercedes Blázquez con sus hijos.

Las personas que nos acompañas en este viaje al pasado son mi padre, Mariano Martín, e Isidora Martín quienes nos dejan sus recuerdos en esta entrada del blog.

El Molino, construido en el año 1924, lo mandaron a montar el abuelo Jorge y la abuela Luciana a unos expertos de Candeleda, entre ellos tío Parciano. Jorge y Luciana se instalaron allí junto a sus hijos, Eusebio, Juliana, Restituto, Hermogenes, Vitorio y Flugencio. Llegado el momento de las particiones, el molino pasó a mano de tres hermanos, Hermogenes, Flugencio y Resti, comprando la parte correspondiente a Hermogenes, los dos últimos, quienes se encargaron de mantener en funcionamiento el molino junto a sus dos hijas y cinco hijos respectivamente.

Este molino estaba en marcha de forma ininterrumpidamente día y noche, pasando los arrieros cargados con sus mulas o carros con el grano dispuesto para moler. La forma de pago, era que por cada fanega que se molía (centeno 40 kilos, trigo 43 kilos y la cebada 36 kilogramos),  los molineros se quedaban .con un celemín (una cuartilla = 10kilogramos
Y una cuartilla tiene tres celemines). Por lo tanto se quedaban por tres kilogramos y poco por cada fanega.

Hasta que se casaron permanecían en el molino, teniendo cada uno su cometido a la hora de trabajar, uno de pastor, otro de vaquero, otros a por la leña, cuidado de huertos, las mujeres tal y como recuerda Isidora, también tenían un importante papel en las labores cotidianas, mientras que tía Crece era la encargada de lavar en el río la ropa de una familia tan abundante, mi abuela Mercedes se encargaba de la cocina.

Las partes del molino:

El roderno: colocado en la parte inferior, la fuerza del agua hacía que se pusiera en movimiento.
El árbol: viga que sujeta al roderno  y que lo comunicaba con el molino
Las costillas: cuñas que estaban cruzadas y que hacía  que se encajara
Los cinchos: Dos aros de hierro que apretaban las cuñas
El barrón: trozo de hierro que empalmaba con la parte superior.
Las piedras de moler
El guardapolvo: cajón para que cayera la harina
La tolva: Sujetaba el grano para que no se cayera.
Los engrane: se enganchaba y daba vueltas con dos ruedas con unos dientes para que funcionara.
El otro engrane, hacía que funcionara el ceazo.
Ceazo, telares ubicados en la parte superior del molino
Mangas:  tres mangas donde caía la harian. En la primera la flor (lo más gordo), la segunda el moyuelo y en la última los salvaos.



Isidora con un costal de grano
A partir de aquí se cargaban los costales en los burros o en el carro y se repartía la harina que se había producido en  el molino.

Isidora, recuerda que en una ocasión su hermana Federica se disponía a llevar una carga y se le rompió el costal y se le cayó la harina, regresando a casa con un disgusto tremendo…, pero claro no hay mal que no tenga solución, volvieron a cargar el burro y a repartir, la materia prima estaba en casa.

La vida junto a al río:

Aunque dura y trabajosa, si en algo coinciden todos los molineros es en que fueron muy felices, tres kilómetros y medio separan el molino del Calamocho de Hoyocasero, desde allí salían todos los muchachos por la mañana para ir a la escuela, Isidora recuerda que muchas veces, en invierno cuando llegaban al pueblo para ir al a escuela,  venían con todo el flequillo congelado, porque daba igual que lloviera nevara, hiciera calor o cayeran chuzos de punta…., por el contrario mi padre recuerda que muchos días no llegaban a la escuela porque se entretenían haciendo pozas por el camino, hasta que les pillaban o su padre o su tío…..

Aquilina, que es prima de estos molineros, tiene un recuerdo muy especial, dice que cuando llegaba al molino a escape había alguien dispuesto para ir a coger una trucha al río y un huevo reciente, pero lo más importante es que estaba junto a su familia.

La última vez que este molino fue puesto en marcha, fue por el año 1980, allí bajamos con la yunta cargada con los sacos de centeno, después de la trilla y fuimos testigos de un hecho que para mí hermano Alfonso y para mí fue único ver funcionar el último molino de Hoyocasero.

Después muchas fueron las veces que fuimos a realizar pequeños arreglos o a tapar la presa, allí en las casillas del molino metíamos el heno que recogíamos en el prao de mi abuelo y la recompensa era un buen baño en el río al finalizar la jornada.


En el año 1995 el Molino del Calamocho pasó a manos privadas quienes tras restaurarlo, tienen allí hecha una casa de campo, y a buen seguro que bonita, puesto que el enclave donde está ubicado el Molino es inigualable.

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