jueves, 4 de julio de 2013

EL CAFÉ DE TIO EMILIANO, PUNTO DE ENCUENTRO EN HOYOCASERO.

 
En este lugar surgieron muchas parejas, que aún hoy, recuerdan con nostalgia y cariño este lugar.
 
Rara ha sido la ocasión que, hablando con algún lugareño de Hoyocasero, no haya salido a relucir el "Café de Tío Emiliano" en la conversación..., esto nos ha llevado a pensar que, sería interesante acercar este emblemático lugar a todos los que hemos oído hablar de él y también para los que no.


En este caso, la persona encargada de trasladarnos en el tiempo hasta la apertura del "Café", ha sido Niceto Blázquez, hijo de este empresario local, que recuerda perfectamente la época, y al que agradecemos enormemente, el cariño con el que me recibió en "su casa", nada más y nada menos que la residencia que los Dominicos tienen en Madrid, muy cerca del Corte Inglés de San Chinarro, y más teniendo en cuenta que aún está convaleciente de su reciente operación.
 
Niceto nos traslada hasta la época posterior de la guerra, entonces su padre, tío Emiliano era el secretario de la hermandad de agricultores y ganaderos de la localidad, además de ser también, el corresponsal del subsidio que se daba a las familias de la localidad que tuvieran más de dos hijos y que se recibía de forma mensual.


En esa época, el Gobernador de Ávila era D. Fernando Herrero Tejedor, quién llegó a ser un gran amigo personal de tío Emiliano y con el que tenía grandes discusiones para lograr los mayores beneficios para todos los habitantes de Hoyocasero, así se encargaba de ir a recoger el dinero a la capital, viajando con una carpeta donde anotaba todas las cuentas. Niceto recuerda con cariño una anécdota, que ocurrió la última vez que su padre fue a por los subsidios para la gente de la localidad, ¡le faltaba un duro!, no hacía más que repetir "esto no me había pasado nunca", finalmente, y tras buscar en el lugar adecuado halló el duro en el chaleco.
 
 
Según nos va desgranando sus vivencias del pasado, Niceto recuerda, que los ganaderos querían dejarle siempre  una propina a su padre, la cual nunca quiso aceptar.


Hablando, hablado, al final llegamos a cuando su padre compró los terrenos a un personaje adinerado de la localidad llamado Florencio, pero conocido por "tío Bilbo", el cual se lo dejó a muy buen precio por un favor personal que su padre previamente le había hecho. Una parte importante de la finca era el espacio habilitado para frontón de pelota. Niceto recuerda algunas anécdotas pintorescas que tenían lugar en el frontón. En ocasiones el cura de Navalacruz, que era muy joven y bajito de estatura por lo que le llamaban “D. Pedrillo” y que era un gran jugador de pelota a mano, se desplazaba a Hoyocasero para jugar  con los mozos, entre los cuales se encontraban algunos muchachos jóvenes de la Guardia Civil. El cura jugaba con la sotana remangada y los guardias civiles con el uniforme puesto y mirando constantemente a la cuesta del majano por si asomaba algún coche de inspección y los pillaban allí jugando a la pelota en lugar de estar en el cuartel esperando órdenes de sus superiores. En ocasiones Niceto jugaba en el frontón con uno de los guardias y no entendía por qué, en lugar de tener una mano casi siempre puesta en la pistola mientras pegaba la pelota con la otra, no se liberaba del arma mientras jugaba. Una vez dejó la pistola para jugar con él pero no sin miedo a que llegara alguna inspección y le pillara desarmado fuera del cuartel.
 

 

A partir de aquí recuerda que él en cuanto podía se escapaba del café para no trabajar e irse a jugar con los muchachos. Tras una buena carcajada recuerda que él era el encargado de dar al manubrio para que sonara la pieza, y que si la pareja que se lo pedía le caía bien se la ponía y les miraba mientras bailaba. Por el contrario, como no le cayera muy bien, les tocaba aguantarse porque tardaba en ponerla.

En este lugar, único punto de diversión de los jóvenes del pueblo, se reunían para bailar los mozos y mozas y aquí surgió el amor en muchas ocasiones entre los mancebos, el cual acabó en matrimonio. Estas parejas perduran hasta el día de hoy. También acudían los más jovenzuelos y jovenzuelas, a los que tío Emiliano, cuando el café estaba lleno echaba diciendo: "haber este ganaillo...:"


Después de la guerra, el café estuvo arrendado a tío Ricardo y después lo volvió a coger su padre hasta que cerró.

A la pregunta ¿cuántas parejas de novios salieron del Café?, nos responde: “no sé pero tengo la impresión de que  casi todas”. Recuerda también que por aquella época de su niñez  había  en Hoyocasero chicas guapísimas, de las cuales unas han fallecido ya y otras se encuentran en edad avanzada.








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